lunes, 14 de junio de 2010

Esa Estrella En El Cielo

Hay cosas que uno no espera en la vida, cosas que a veces cuando pasan delante de uno, no parecen tener mucho valor, pero es solo porque no les prestamos atención. Pero cuando le dedicamos un tiempo a observar detenidamente, somos capaces de observar una belleza inmensa… especialmente cuando ya de por si son hermosas, no se le puede encontrar imperfección alguna. Te das cuenta que estás frente a una belleza ilimitada. Pero… ¿qué pasa cuando esta belleza se encuentra a un nivel casi inalcanzable? Parecen estar al alcance de la punta de tus dedos, pero te das cuenta que está más allá de ti, que jamás estarás ahí para disfrutar de ella.

Caminando en una helada y solitaria noche de primavera, nada parecía dar rumbo a un solitario camino que solo podría visualizar un horizonte en mi interior, pero ni siquiera eso lograba conseguir. Las calles estaban deshabitadas, solo caminaban cuerpos inertes alrededor mío, y sus emociones parecían fríos reflejos de algo que alguna vez pasó por mí. Ni la luna llena, ni las luces de la ciudad eran capaces de iluminar mi camino. O por lo menos eso creí hasta ese momento. Un pequeño destello alejado comenzaba a iluminar los pasos que estaba dando; y al ver el origen de ese brillo, era una pequeña, pero a la vez brillante estrella que parecía tan gloriosa, tan magnífica, tan hermosa, tan calurosa y cercana; pero a la vez tan alejada. Jamás pensé que iba a encontrar el camino gracias a la ayuda de una belleza tan distante.

Así fue como pasaban los minutos, las horas, los días, ayudado en mi camino por ese astro, que ni siquiera sabía que tan lejos estaba de mí, aunque siempre soñé con llegar a donde se encontraba, tal vez solo para darle las gracias por volver a darle ánimo a mi vida. Pero aun así, la distancia hacía demasiado daño, y el saber que solo desde la distancia podía estar con ella, era un puñal, una herida que, por suerte, se curaba con su luz, con su existencia. El hecho de no poder estar ahí para demostrarle lo agradecido que estoy, y pagarle por haberme hecho tan feliz me desesperaba; y entré en un circulo de tristeza.

Es así como la ambición de los hombres limita sus pensamientos y emociones, y los daña por dentro, sin ser capaces de valorar, solo ambicionar. Es por eso que hoy, aunque aún sueño con agradecerle y pagarle por lo feliz que me ha hecho, me es mejor disfrutar en esas frías noches de soledad acompañado de su luz, incluso en los días nublados, porque es la única luz capaz de traspasar todas las barreras para iluminar mi corazón, mi camino, y mis ideales que junto a ella me sustentan en la vida; y así disfrutar de la compañía, tal vez, lejana de esa estrella en el cielo, que, aunque yo no esté en ella, se que ella está en mí.

Dedicado a ti, que iluminas todos mis días y mis noches

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