viernes, 26 de julio de 2013

Madiba no es Lennon

¿Cuántos hombres han podido ver a su familia prosperar? ¿Cuántos han podido ver y disfrutar de la alegría de sus hijos? ¿Cuántos han podido disfrutar del fruto de sus esfuerzos? ¿Y si esos esfuerzos fueran por planes más grandes? ¿Cuántos han podido ver a su pueblo agradecido por su lucha, reflejada en los ojos de sus niños y en la esperanza de sus padres? 

Estamos acostumbrados a una sociedad en que, ante la presencia de un gran hombre con gran poder y grandes convicciones e ideas, en especial ideales, hay una bala preparada y lista, apuntándole a la cabeza, lista para matarlo en nombre del Status Quo, demostrando una vez más que no somos aptos para la redención, ni agradecidos por la oportunidad de crecer. No. En vez de esto tomamos nuestras herramientas para mantenernos un paso antes de evolucionar, porque la ver la oportunidad de dar un salto en la escala evolutiva, matamos a los “mutantes” y nos estancamos en los seres primitivos que hemos sido desde hace más de treinta y cinco mil años. No nos atrevemos como sociedad a dar el siguiente paso; ni nosotros, ni nuestros líderes, ni nadie. 

Aunque existen ciertos eslabones que escapan de la cadena, que permiten crecer, avanzar, evolucionar. Ciertos hombres y mujeres que nos dan la oportunidad de quitarnos las vendas y poder ver la verdad tal como es. Y que, incluso aunque tengamos miedo, ellos no solo nos muestran esta verdad, sino que nos dan la confianza y nos muestran la convicción que las cosas serán mejores, que un mejor mañana está frente a nuestros ojos. Y para ellos siempre hay una bala preparada apuntando a su cabeza, para crear mártires que, muchas veces, van al olvido. 

Pero hoy no es el caso, porque el último de esta especie de súper-hombres, cuyo único poder es su ideal y su convicción, hoy tiene la oportunidad de encontrar la muerte que merece un hombre a su altura, morir de viejo, con su familia, luego de una vida de esfuerzo, sacrificio, castigos, batallas, y triunfos, pero más importantes, luego de poder disfrutar de su triunfo. Y aunque, a esta edad lo esté acomplejando una grave neumonía, pudo vivir la vida que en verdad quiso, tanto para él, para su familia y para su pueblo. Uno de esos libertadores por los que da orgullo erigir una estatua. 

Hoy, aunque sé que su muerte nos llenará de tristeza, también debe llenarnos de alegría, ya que aunque fue igual a los demás hombres de su clase, él vivió una situación diferente y pudo ver la alegría de su gente, y pudo unir a su pueblo en múltiples ocasiones. Agradecemos a la vida que hoy no seas otro Lennon, otro Kennedy, otro Lincoln, Otro King, Otro Milk, Otro Gandhi. Creo que, por un segundo en la existencia, la humanidad aprendió a valorar y agradecer una oportunidad tan única para crecer como sociedad. 

Hoy, y aunque nos dejes sin más, quedarás por siempre como uno de los grandes guerreros inmortales, uno de los grandes y de los últimos de tu especie, esperando que vuelvan a aparecer esos grandes hombres que engrandecen el alma humana, y que podamos aprovechar su potencial y agradecerlo como lo hicimos con este último gran héroe. 

Hoy, agradeciéndote con la oportunidad de disfrutar en vida tus logros, te agradecemos en vida nuevamente por vuestra lucha, y que, cuando llegue el momento, empieces un gran nuevo camino. Gracias Madiba

jueves, 25 de julio de 2013

El Viento Y El Lapiz

El frío comienza a caminar y se sienta al lado mío, bajo la sombra del árbol que adorna el desierto. El sol logra dar un pequeño abrazo de calor para poder mantener la vista, mientras la música sigue sonando, con esos suaves acordes de guitarra, calmos como el viento que me recorre y me abraza mientras estoy sentado en este asiento mirando a la nada. El paso de los autos cual recuerdo vago de ese momento en el que “todo tiempo pasado fue mejor”, deja un toque de amargura por las cosas que he dejado atrás, como una vida pasada que pareciera que no podré retomar. 

Es entonces en que, ante ciertas notas de la canción vuelvo a abrir mis ojos, que vuelven a inundarse de luz. Luz a la que pareciera que tenía miedo de ver por poder quedar ciego, a los segundos pareciera mostrar un camino que jamás había visto, pero que siempre ha estado ahí. Y luego puedo ver un lápiz. Y lo raro es que el lápiz empieza a escribir mientras baila al son del viento. ¿Es que acaso morí en un momento? ¿Acaso dormí tantos años? Sentía como si debiera terminar este exilio de una vez. 

Luego, por alguna razón, comencé a sentir como los recuerdos me inundaban, como estas sensaciones me generaban cierta angustia, mientras el cielo se dividía en un lugar en que el sol flotaba con las nubes, y otro en que las estrellas iluminaban el mundo. ¿Cuánto tiempo permaneció cerrado este país? ¿Cuándo convertí a la esperanza en un documento archivado en una carpeta debajo de una piedra? Entonces lo comprendí. Pude incluso calcular el tiempo que permaneció ahogado ese grito en el interior de mi alma, en que el sonido no tuvo ningún valor. Estas sensaciones eran mías, era el yo que fui, y el que siempre quise ser… pero aún me eran ajenas éstas. 

Pero, si aún conservaba estos recuerdos ¿para qué me servirían? ¿Qué podría hacer con ellos? Ya era alguien diferente, estaba a un paso de lo que la gente llamaba madurar, de caer en el juego que siempre odié, y ya no importaba nada, habría que seguir adelante. Los sueños ya no importaban, lo importante ahora era sobrevivir… Espera, yo nunca había hablado así ¿dónde habían quedado las alegrías y las esperanzas, los sueños y lo ideales, las tristezas y las granas de seguir adelante? ¿Olvidé los sueños de los demás? Y más importante ¿Olvidé mi sueño de luchar por los sueños de los demás? ¿Acaso nada de esto importaba ya? ¿Cómo era posible que olvidara quién era yo, y me dejara convertir en esto? 

Las hojas siguen cayendo, los árboles con sus ramas se mueven mientras se integran al todo de la existencia, notando que mi existencia se hacía aún más ajena. La tristeza por dejar de ser me impidió por mucho la posibilidad de disfrutar mientras soy, y de luchar por quién quiero ser… 

No. No más. Se acabó el encierro en estas paredes de papel, el lamento y la autocomplacencia. Mis pulmones vuelven a llenarse de ese frío aire de esta época, y la dulce brisa vuelve a abrazarme, que aunque pareciera todo en su ocaso, siempre la vida se mantiene, y siempre hay camino que recorrer. Y el cantar de las aves me demuestra que no estoy solo en la existencia, porque soy parte de ella. Existo, y por eso debo volver a nacer para retomar quien era, y que se convierta en un “quien soy”. 

Entonces, a lo lejos, una silueta de alguien se acercaba hacia mí, , me costó bastante poder darme cuenta que ese era yo, pero no era yo mismo, era el yo de antes, pero más grande. Era distinto, era una mezcla entre el yo que era y el que quería ser. Era como si una parte de mí se hubiera ido a recorrer otros mundos y volviera para contar de sus viajes. Solo se paró frente a mí y dijo “Hoy te toca a ti recorrer tu camino”, tomó el lápiz, y escribió en un cuaderno que estaba al lado de una puerta que no había podido ver antes. Luego apuntó a la puerta y me dijo “ahí afuera volverás a ser tú”

Muy bien, es hora de ver qué es lo que tiene la vida para vivir...